La Coordinadora de Organizaciones de Cooperación para el Desarrollo exige a Pedro Sánchez que asuma sus compromisos y garantice una Cooperación a la altura de los retos mundiales
Los Presupuestos son una excelente oportunidad para abandonar el vagón de cola europeo y avanzar hacia el 0,40%, en 2020, y el 0,7%, en 2030; tal como el Pedro Sánchez se ha comprometido en distintos espacios nacionales e internacionales.
El gobierno debe apostar por una cooperación genuina que contribuya de manera efectiva a luchar contra la pobreza, la desigualdad y la protección del mundo que habitamos. Esto pasa, necesariamente por la provisión de fondos, pero también por el impulso de políticas públicas que sean coherentes con esos fines.
Es urgente fortalecer el papel de los actores de la cooperación, especialmente las ONG que, a lo largo de la crisis, han visto sus fondos públicos reducidos por tres
14 de noviembre de 2018.- En pleno debate previo a la tramitación parlamentaria de los Presupuestos Generales del Estado, la Coordinadora de Organizaciones de Cooperación para Desarrollo exige a Pedro Sánchez que pase de las palabras a los hechos y cumpla su compromiso de recuperar la política de cooperación española. El pasado mes de julio, en el pleno del Congreso, el presidente del Gobierno señaló que uno de los retos de su gabinete sería “fortalecer y recuperar la política de cooperación al desarrollo como elemento definitorio de la política exterior de España”.
La Coordinadora reclama también a todos los partidos políticos que asuman la responsabilidad que les corresponde en un contexto político como el actual en el que el papel de las fuerzas parlamentarias es crucial para la construcción de políticas públicas. Les recuerda también hace menos de un año aprobaron por consenso una Proposición no de Ley (161/002620) por la que se comprometían a llegar al 0,4% de la Renta Nacional Bruta al final de la legislatura. Es sorprendente que el acuerdo sobre los Presupuestos Generales del Estado para 2019 suscrito entre PSOE y Unidos Podemos no recoja ni una sola línea sobre Cooperación para el Desarrollo.
Si no es ahora, ¿cuándo?
Tras casi una década de caída en picado, la política de cooperación española se encuentra en mínimos y está a la cola de Europa (en la UE 15 España ocupa el penúltimo puesto, por delante de Grecia).
La situación de nuestra política de cooperación no puede ser peor. España destinó en
2017 tan solo un 0,19% a cooperación. Los recortes en la política de cooperación
llegaron a alcanzar un 70%, un porcentaje que aumenta hasta casi 90% en el caso de la
ayuda humanitaria.
Esta merma de recursos ha supuesto importantes consecuencias para la vida de los 35
millones personas vulnerables con quienes trabajan nuestras organizaciones en 105
países. Tales recortes han dejado a España en un lugar de escasa relevancia en la escena
internacional, precisamente cuando la crisis sistémica mundial exige más respuestas
responsables.
Esta situación contrasta con el compromiso ciudadano. En los años de crisis, la sociedad
española ha aumentado sus aportaciones a las ONG un 45%. No se trata solamente de
una demanda ética como Estado democrático, sino también de una exigencia social que
demanda la ciudadanía, si se tiene en cuenta que la sociedad española es la segunda,
tras la sueca, que más valora la necesidad de una política pública de cooperación.
Una política estratégica para afrontar los enormes retos internacionales
Urge subrayar la importancia estratégica de la política de cooperación al desarrollo en
unos momentos en los que, como Pedro Sánchez reivindicó Naciones Unidas en
septiembre pasado, es necesario “construir liderazgos cooperativos para hacer frente a
los desafíos globales como el cambio climático, la crisis de refugiados y el reto
migratorio”.
Los niveles de desigualdad que a escala planetaria son escandalosos: las 62 personas
más ricas del mundo poseen los mismos recursos que la mitad de la población más
pobre. Asistimos a la peor cifra de personas desplazadas de la historia reciente: casi 70
millones se han visto obligadas a abandonar sus hogares debido a conflictos armados y
violaciones de derechos humanos. Otros 244 millones de personas también se han visto
forzadas a desplazarse como consecuencia de la, pobreza o al cambio climático.
Los conflictos se enquistan, las violencias se hacen más complejas y los espacios
democráticos se reducen. Responder a la complejidad de este contexto global exige
políticas adecuadas que garanticen los derechos humanos y afronten de manera integral
los retos actuales. Es una responsabilidad política internacional a la que nuestro país no
puede ser ajena y en la que la cooperación para el desarrollo tiene mucho que aportar.