Hablar de pobreza no es hacerlo solamente de una cuestión económica, sino de algo mucho más grave: la privación de los derechos humanos más fundamentales. Y si ya resulta duro pensar en esta privación para cualquier persona, más aún cuando se trata de inocentes niños y niñas.
Por ser un colectivo que requiere una protección especial y por acuciantes realidades de las que son principales protagonistas, este 2024, con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza que se conmemora el próximo 17 de octubre, desde la plataforma Pobreza Cero de Canarias ponemos el foco en la infancia con el lema “La pobreza no es un juego de niños”.
Se ha disparado el número de menores de 18 años en riesgo de pobreza y/o exclusión social en Canarias: casi la mitad de los menores del Archipiélago (47,8 %), en torno a 153.500 niños y adolescentes. Una cantidad que no ha dejado de aumentar de forma constante hasta duplicarse, incluso triplicarse, respecto a años anteriores. Se trata de la mayor cifra registrada, muy por encima de la afectación en otros grupos de edad.
Tres parecen ser las causas principales: el encarecimiento de la vivienda, la brecha de género y el insuficiente apoyo a las familias con menores de edad a su cargo. Prueba de esta tendencia es el incremento de peticiones de becas y ayudas para material, comedor y transporte escolares.
Una situación que resulta intolerable por tratarse de una violación de sus derechos más elementales y que también afecta a la infancia más vulnerable, como es el caso de las y los niños migrantes no acompañados.
Actualmente, Canarias acoge en su sistema de protección al triple de menores de 18 años para los que tiene capacidad, que serían 2.000. El colapso del sistema impide garantizar una atención digna y está teniendo consecuencias directas en las vidas de estos jóvenes.
Después de jugarse la vida en el océano, se pueden ver bloqueados en unos centros donde pueden sufrir situaciones de hacinamiento, precariedad e, incluso, violencia verbal y/o física. Deplorables condiciones para estos niños y niñas que, además, se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad debido a su edad, el alejamiento de sus hogares y la separación de sus padres o cuidadores. Condiciones para las que no se prevé un final próximo pues lo más seguro es que, en otoño, seguirán arribando embarcaciones a las Islas.
Tampoco se vaticina un desenlace inminente para el conflicto en Gaza, donde la mitad de la población son niños y niñas: 1,2 millones. Estos menores lo han perdido todo y tienen que lidiar con las muertes de familiares y amigos, el miedo a los bombardeos, la desnutrición, las enfermedades (incluidas algunas que llevaban décadas erradicadas, como la polio), y la práctica desaparición de la sanidad y la educación, porque la mayoría de hospitales no funciona, los pocos que lo hacen solo operan parcialmente y ocurre lo mismo con las escuelas.
Por tanto, no es de extrañar que las y los niños gazatíes sean los más afectados por la contienda ya que, a su corta edad, no tienen la capacidad de explicarse lo que está pasando, ni las herramientas para afrontar tantas situaciones trágicas. Ya antes del 7 de octubre de 2023, la infancia de Gaza vivía con una salud mental precaria debido a las escaladas cíclicas de violencia y los efectos del bloqueo pero, ahora, los expertos aseguran que las y los niños que sobrevivan quedarán traumatizados de por vida.
Desde la plataforma Pobreza Cero de Canarias instamos a las instituciones públicas, empresas, universidades y al conjunto de la sociedad civil a luchar contra la pobreza y la desigualdad y a exigir, una vez más, el alto el fuego.
Trabajemos para acabar con la pobreza, sobre todo en la infancia, porque no es un juego de niños. Tenemos que hacerlo, nos va el futuro en ello.